La gratitud mejora tu salud mental y el buen vivir
La acción de dar gracias es un asunto de salud mental, va más allá de ese día que se toma para agradecer procedente de los tiempos de la colonización inglesa en América, cuando en 1620 un grupo de colonizadores cristianos, llamados peregrinos a posteriori, viajaron a bordo del Mayflower con una pobre preparación para enfrentar las inclemencias climatológicas propias de finales del otoño en la costa de Massachusetts, con la intención de establecer la colonia de Plymouth, sobrevivieron pocos por la buena voluntad y ayuda para establecerse que le proporcionaron los nativos, a la sazón, los indios Wampanoag, al año siguiente, en agradecimiento decidieron compartir sus frutos con la primera cosecha en el otoño de 1621.
La gratitud, por sus efectos en el bienestar interior y en la convivencia social, es una actitud que debe ser cultivada, fomentada y fortalecida a lo largo de nuestras vidas. Cuando la persona pasa situaciones de dolor, precariedad, pérdida, o, por el contrario, ha crecido en la opulencia y todo lo da por sentado sin esfuerzo alguno, se cree merecedor, tiene poca humildad, en ambos casos entorpece tener una actitud agradecida con Dios, la vida y las personas que proveen algún bien. Otra práctica perniciosa es esperar gratitud de favores realizados a otras personas, con frecuencia resulta en sentimientos de frustración o desengaño, sobran los olvidadizos.
El agradecimiento, como el perdón, beneficia más al que lo siente que al que lo recibe. Diversos estudios científicos, entre ellos “Gratitude and hedonic and eudaimonic well-being in Vietnam war veterans (Todd B Kashdan · Gitendra Uswatte · Terri Julian”, apuntan que la gratitud diaria se asocia de manera única con cada dimensión del bienestar a los sobrevivientes de trauma; el realizado con la colaboración de los servicios de UCI de los hospitales San Juan de Dios de Córdoba, Hospital de Montilla, Hospital Rey Juan Carlos y Hospital Santa Bárbara evidencia que la gratitud también beneficia a los profesionales: afirman reduce el estrés percibido y la depresión, además de mejorar la productividad y la calidad del servicio a los pacientes. Quedó demostrado que el grupo experimental mejoró su desempeño (frente al grupo de control) mostrando una mayor predisposición a ir más allá de lo que se espera de ellos, a ofrecerse voluntarios y mostrar su compromiso. También aumenta un factor determinante en lo que se refiere a los servicios sanitarios: aumenta la calidad del servicio al usuario. También se ha visto que los efectos positivos de la gratitud han perdurado en el tiempo.
Agradecer es la memoria del corazón, ser agradecido es de bien nacidos. Aleja la toxicidad derivada de quejas. Mejora tu satisfacción de la vida y te ayuda a ver oportunidades que yacen ocultas en los momentos más agrestes. Es la puerta a la abundancia, mejora las relaciones, te hace empático y está en numerosos versículos de la Biblia: “Estén siempre alegres, oren sin cesar, den gracias a Dios en toda…” (1 Tesalonicenses 5:16-18). Gracias, gracias, gracias.
ANA MIRTHA VARGAS